En Mosquetín se abatanaba casi exclusivamente mantas de lana, aunque a veces se llevaban también piezas de ropa de trabajo o que se usaban para soportar la lluvia como capas o polainas. Este tipo de telas recibían el nombre genérico de xerga (jerga en castellano) o burel.
El abatanado podía durar más o menos tiempo dependiendo de la calidad de la lana. Si esta era buena, de ovejas merinas, bastaban 28 horas. Si tenía menos calidad se precisaban hasta 48 horas.
Durante el proceso había que cuidar de que las mantas estuvieran siempre mojadas y de darles vuelta regularmente para evitar que se pegaran las prendas. A esta operación se le llamaba “vira o batán” (girar el batán). Una vez acabado el proceso se sacaban los paños y se secaban extendidos al sol sobre los arbustos que había en el entorno de Mosquetín. Al final del proceso las mantas reducían su tamaño y podían llegar a perder hasta un 15% de su peso o más.
No se abatanaba todo el año, sino entre los meses de octubre y abril, aprovechando el momento en que el río tenía más caudal. Sin embargo la mejor época era la primavera, porque los tejidos salían mejor. En invierno, por el contrario, a las mantas les caía demasiado pelo.
En Mosquetín era habitual llevar las mantas aprovechando la vecina feria de Baio, una de las más importantes de la comarca, que se celebraba los terceros domingos del mes. A veces eran traídas por arrieros de la tierra del Xallas, que volvían a recogerlas en la feria del siguiente mes. El pago, al contrario que en los molinos se hacía con dinero.