Los primeros molinos del territorio Gallego son los llamados barquiformes aparecidos hace unos 6000 años en el período neolítico. Durante la edad del Hierro, probablemente por la influenza púnica, comienzan a introducirse en torno al siglo IV la. C. los molinos circulares que van a ser difundidos y usados ampliamente también durante la época romana. Tanto los barquiformes como los circulares son molinos de mano, movidos mediante el esfuerzo humano.
Se sabe que los molinos mecánicos, que emplean la fuerza del agua, ya eran usados en Asia Menor desde al menos los siglos II-I a. C. y de hecho llegaron emplearse también en el mundo romano. Sin embargo, las primeras noticias de su presencia en el territorio galaico son de la Edad Media, aproximadamente a partir del siglo X y se trata ingenios vinculados a los monasterios.
No obstante, el momento de mayor expansión de los molinos hidráulicos en Galicia fue en la Edad Moderna. A partir del siglo XVII, con la introducción del cultivo del maíz, es cuando los molinos de río comienzan a ser de verdad una edificación omnipresente en casi todas nuestras corrientes fluviales.
Hasta mediados del siglo XX los molinos de río van a formar parte esencial del sistema agrario tradicional y serán también importante fuente de tradición oral y de folclore. A partir de la década de 1960 la progresiva mecanización, el abandono de las viejas actividades agrarias y la emigración a Europa provocarán un progresivo abandono de estos ingenios.